lunes, 11 de marzo de 2013

La verdadera historia de la niña del reloj…


La verdadera historia de la niña del reloj…


Ella siempre había sido una princesa, sin embargo, nunca había vivido en ningún palacio, ni por sus venas corría sangre azul. Cuando nació, su reloj marcaba las 00:00 y desde ahí, las agujas de su corazón comenzaron a correr, minuto a minuto, segundo a segundo.  Su aspecto era frágil, su piel era pálida y sus ojos eran de un verde oliva que brillaban a la luz de cada sonrisa. La esfera de su corazón era de cristal, por lo que su alma quedaba al descubierto. Sin saberlo, ella había nacido con una misión, había nacido para ser guerrera de la lluvia, luchadora de la tormenta, pero con un corazón más frágil, con un corazón de cristal, que se rompería mil veces y debería reconstruir cada vez que este se rompiera en mil pedacitos.
 Después de cada golpe, las agujas de su corazón no daban tregua y giraban alrededor de la esfera cada vez más deprisa. Los segundos resonaban en su mente cada vez más fuerte de forma que la dejaban aturdida; - TIC-TAC, -TIC-TAC;  y los ojos de la niña del reloj se teñían de gris a la vez que luz de su sonrisa se convertía en sombra. La niña de la sonrisa eterna se había convertido en la sombra de los ojos tristes. La tormenta amenazaba sus días, las gotas de lluvia golpeaban su ventana y amenazaban con romper una vez más las agujas de su reloj, y la esfera de su vida.. Las ilusiones habían quedado atrás, la princesa con miles de sueños, se había quedado atrapada en la torre más alta  de sus cuentos, y las palabras de sus ilusiones se habían ido borrando con cada lágrima, con cada gota de lluvia que había atravesado su frágil corazón. Las páginas de ese cuento, que en su tiempo se habían teñido de palabras bonitas, de ilusiones, de vida, volvía a estar en blanco, sin embargo, su reloj nunca había dejado de correr, de girar…

La niña del reloj envejeció antes de tiempo porque sus agujas se oxidaron con tantas lágrimas; su esfera de tanto romperse, nunca llegó a reconstruirse del todo, las páginas de su vida  quedaron marcadas con un simple borrón de tinta, de lo que fueron sueños perdidos. La niña del reloj, murió sin saber que era una guerrera, sin saber que era especial, que su vida podía volver a escribirse…
Ahora, su alma transparente se encuentra entre nosotros, se encuentra en cada tormenta, en cada gota de lluvia, en cada rallo de sol. Su alma se convirtió en la guerrera que sus lágrimas nunca le dejaron ser, o nunca le dejaron ver. La niña del viento vive más allá de las nubes, luchando por cada sonrisa, repartiendo rayos de sol a los días grises.