Hacía tiempo que no actualizaba el blog, pero quería hacerlo de una forma un poco especial; asique lo he hecho através de este pequeño texto sobre la violencia de género, que espero que os llegue al alma, al igual que me ha llegado a mí escribiendolo. Después de leerlo, espero que el mensaje sea claro: NO A LA VIOLENCIA DE GÉNERO, ni a ningún tipo de violencia.
Os dejo con esta triste historia, espero que os guste y también espero con ansia, vuestros comentarios:
Ya no importan mis lágrimas, estas se han congelado en el fondo de este
ataúd de hielo. Ya no importo yo, las flores se marchitarán a la vez que mi
cuerpo, la gente me olvidará, y él podrá pisotear mi tumba, al igual que lo ha
hecho con mi alma.
Él ha sido el
amor de mi vida, el hombre más perfecto que jamás había conocido, mi alma
gemela, por quien lo he dado todo, hasta mi vida. A veces me pregunto por que
he dejado que todo haya llegado hasta este punto, pero supongo que no me
imaginaba mi vida sin él, aunque ya no fuera el mismo.
Todavía recuerdo aquél primer golpe, tras una discusión tonta, sus ojos
se llenaron de furia y su mano rozó mi cara con tal fuerza que mi cuerpo acabó
en el suelo. Me juró una y otra vez que no iba a volver a suceder, me pidió
perdón con un ramo de rosas y mi corazón malherido e ingenuo a la vez, le
perdonó al suave ritmo de los latidos confusos. Pero detrás de esas flores y
ese perdón, se escondía el infierno, mi infierno, ese que se repetía cada vez
más a menudo, el que no me dejaba dormir del dolor. Mi cuerpo cada vez estaba
más amoratado, pero mi corazón me dolía más al romperse en mil pedazos después
de cada golpe. Cada vez, lo que importaba era levantarse, recomponer mi corazón
y maquillar mis heridas, quería estar preparada para el cambio, a pesar de
todo, cada poro de mi piel seguía queriéndolo,
y esperaba que fuera solo una racha pasajera que cada vez se prolongaba
más. Mi corazón esperaba impaciente a el que había sido el amor de su vida, a aquel con
el que había compartido tantas veces, melodías de amor.
Sin embargo, mi corazón latía cada vez más lento, con menos fuerza, sus
heridas eran cada vez más grandes e intensas, producidas por los daños físicos,
por todas las vejaciones que cada vez eran más frecuentes. Ya no importaba lo
que hiciera, porque todo lo hacía mal. Mi cuerpo temblaba cada vez que oía
pasos, cada vez que la llave sonaba en la puerta. Detrás de esa puerta, de esa
maldita puerta, yo seguía esperando al amor de mi vida, pero cada vez que esta
se abría, ya no estaba él, alguien se había puesto su disfraz y le había cambiado
el corazón. Esa vez lo ví más furioso que nunca. Cerró la puerta de un golpe,
se abalanzó sobre mí, y poco a poco, mientras me insultaba, amorataba mi
cuerpo, lo apagaba. Y este por el contrario, no ponía resistencia, se dejaba
morir, así que cerré los ojos, apreté fuerte los labios a causa del dolor,
hasta que mi cuerpo quedó tumbado en el infierno y mi corazón dejó de latir.
Se dice que el estuvo en la cárcel dos años y que ahora está en libertad.
De vez en cuando, viene a traerme flores y me implora que le perdone; y yo, aún
después de que mi corazón se haya parado, sigo esperándolo. Espero que en un
futuro vuelva mi alma gemela, esa que algún día me quiso, la que me arrancaba
sonrisas cada mañana, la que me amaba. Y
es que después de la muerte y debajo de esta fría tumba; mi cuerpo marchito
sigue llorando lágrimas congeladas de amor.