La historia de nuestra vida es
tan difícil y sencilla a la vez, tan blanca y tan negra, que simplemente a
veces, evadimos la belleza de los tonos grises. Aprender a mirar, a pintar
colores en nuestro camino es verdaderamente importante para no verse sumergido
en una rutina que ni siquiera nos acaba de gustar del todo. Y en eso me
encuentro, buceando por el fondo de mi vida, tropezándome con piedras, con cosas blancas y negras y aprendiendo a
pintar, a dar color a cosas que no lo tenían; y aprendiendo a ver en color
cosas que ya estaban ahí y que ni siquiera había visto.
A veces, solo hace falta pararse y pensar en donde lo
habíamos dejado, donde estamos y donde nos gustaría continuar. A veces, solo a
veces me aborrece el café, pero eso no significa que no disfrute de su aroma
cada mañana, que no disfrute de cada sorbo y que no necesite de su fortaleza
para vivir y es que, hasta el café se vuelve parte de la rutina si se lo
permitimos. Y a veces, muchas veces, me aborrezco incluso de mí misma, de cómo soy
y me imagino quizás, siendo de otra manera o haciendo cosas más interesantes. Pero
aquí estoy, buceando una vez más y tropezando con mi torpeza y despiste, que
muchas veces me acompaña y que no deja sin embargo, de formar parte de mi
lienzo.
De esta forma, quiero retomar el blog, quiero volver a
colorear mi vida con historias reales o no, volver a escribir y evadirme de esa
rutina que me roba todo mi tiempo. Quiero empezar a disfrutar de lo que hago,
de cada paso, del ahora. Porque estando en el ahora, no necesitamos nada, ni
nos sobra nada. En el ahora solo podemos estar a gusto con nosotros mismos. El
mañana… ya llegará y si es con café, seguro que se llevará mejor.
Estoy de Vuelta.