La
verdadera historia de la niña del reloj…
Ella siempre había
sido una princesa, sin embargo, nunca había vivido en ningún palacio, ni por
sus venas corría sangre azul. Cuando nació, su reloj marcaba las 00:00 y desde
ahí, las agujas de su corazón comenzaron a correr, minuto a minuto, segundo a
segundo. Su aspecto era frágil, su piel
era pálida y sus ojos eran de un verde oliva que brillaban a la luz de cada
sonrisa. La esfera de su corazón era de cristal, por lo que su alma quedaba al
descubierto. Sin saberlo, ella había nacido con una misión, había nacido para
ser guerrera de la lluvia, luchadora de la tormenta, pero con un corazón más
frágil, con un corazón de cristal, que se rompería mil veces y debería
reconstruir cada vez que este se rompiera en mil pedacitos.
Después de cada golpe, las agujas de su
corazón no daban tregua y giraban alrededor de la esfera cada vez más deprisa.
Los segundos resonaban en su mente cada vez más fuerte de forma que la dejaban
aturdida; - TIC-TAC, -TIC-TAC; y los
ojos de la niña del reloj se teñían de gris a la vez que luz de su sonrisa se
convertía en sombra. La niña de la sonrisa eterna se había convertido en la
sombra de los ojos tristes. La tormenta amenazaba sus días, las gotas de lluvia
golpeaban su ventana y amenazaban con romper una vez más las agujas de su
reloj, y la esfera de su vida.. Las ilusiones habían quedado atrás, la princesa
con miles de sueños, se había quedado atrapada en la torre más alta de sus cuentos, y las palabras de sus
ilusiones se habían ido borrando con cada lágrima, con cada gota de lluvia que
había atravesado su frágil corazón. Las páginas de ese cuento, que en su tiempo
se habían teñido de palabras bonitas, de ilusiones, de vida, volvía a estar en
blanco, sin embargo, su reloj nunca había dejado de correr, de girar…
La niña del reloj envejeció antes de
tiempo porque sus agujas se oxidaron con tantas lágrimas; su esfera de tanto
romperse, nunca llegó a reconstruirse del todo, las páginas de su vida quedaron marcadas con un simple borrón de
tinta, de lo que fueron sueños perdidos. La niña del reloj, murió sin saber que
era una guerrera, sin saber que era especial, que su vida podía volver a
escribirse…
Ahora, su alma transparente se encuentra
entre nosotros, se encuentra en cada tormenta, en cada gota de lluvia, en cada
rallo de sol. Su alma se convirtió en la guerrera que sus lágrimas nunca le
dejaron ser, o nunca le dejaron ver. La niña del viento vive más allá de las
nubes, luchando por cada sonrisa, repartiendo rayos de sol a los días grises.