16/12/2012
A mi otro yo.
Déjame llamarte amor:
Tantos años juntos, que a la vez son
pocos si lo comparamos con todo lo que nos queda por vivir. Muchos buenos
momentos, alguno malo también. Pero todos ellos nos ha hecho mucho más
fuertes, han ido forjado nuestra
armadura de tal modo que hemos ido ganando todas nuestras batallas.
Si miro atrás, no puedo dejar de sonreír por todos
los momentos tan buenos que hemos pasado. En el presente, me alegro de que
estés ahí, a mi lado. Incluso si discutimos, si no nos hablamos, tu presencia
me tranquiliza aunque mi corazón, en ese caso, se bloquea. No me gusta
discutir, no me gusta que de vez en cuando ese muro se interponga entre
nosotros, ese muro que tantas veces hemos derribado y que a veces, tan
fácilmente se interpone entre nosotros, ese muro de orgullo que los dos
cimentamos con todas las malas palabras.
Aún así, te quiero, no soy de decirlo ni lo he sido
nunca, pero lo cierto es que es así. Te miro, y ese lunar del cuello que tantas
veces he besado me arranca una sonrisa. Esos ojos negros en los que tantas
veces me he perdido, y esa sonrisa que hace que se pare el mundo, esas manos
que nunca me han soltado, esos brazos que me han sacado a flote, cuando mi
barco ha estado a punto de hundirse. Sonrío al recordar, que he besado hasta tu
alma, que he recorrido cada rincón de tu cuerpo y aún así, nunca ha dejado de
sorprenderme.
Déjame llamarte amor, porque lo eres y has sido el
amor de mi vida, a pesar de todo, a pesar de los años. Déjame llamarte amor,
por todo lo que me has dado inconscientemente, por cada palabra dulce, por cada
momento de calma. He de decir, que has estado en cada tormenta y me has regalado
el sol después de todas ellas. Déjame decirte que quiero cada marca del tiempo,
cada surco que este ha sembrado en tu cara; déjame decirte que sigues siendo lo
que más deseo, a pesar de que las canas empiecen a invadir nuestros cabellos.
Te miro, y aunque pareces dormido, sé que me observas
mientras tecleo estas palabras, porque sonríes. Adoro esa sonrisa de niño que
todavía conservas, esa con la que te despiertas cada día y me regalas todas las
noches.
Amor, gracias por el olor a café que me regalas cada
mañana, gracias por no ser como los demás, por elegirme a mi, por ser mi
compañero de viaje durante todo este tiempo. Amor, te quiero tanto, que el
tiempo si pasa junto a ti, no me asusta. Déjame llamarte amor mientras te miro,
mientras te observo, mientras te regalo estas palabras, mientras te regalo… mi
alma, una vez más.